viernes, 10 de mayo de 2013

La FAO incluye a los transgénicos como patrimonio natural a preservar y promover, y defiende las patentes de semillas


La FAO es una instancia de Naciones Unidas que aborda la alimentación y la agricultura. Fue a través de la FAO que se lanzó la poco famosa “Revolución Verde”, que alteró la forma de hacer agricultura de manera casi irreversible, y que fue implementada  mediante los Estados. Desde la década del cuarenta, se empezaron a crear institutos de investigación agrícola y facultades de agronomía en las universidades públicas, donde se desarrollaban variedades de alto rendimiento, se crearon empresas estatales de insumos agrícolas y los ministerios de agricultura pusieron en marcha programas de extensión para que los campesinos adoptaran la nueva tecnología. El financiamiento y los lineamientos investigativos provenían del sistema de la FAO, y en el caso de los países de América Latina y el Caribe del Instituto Interamericano de Cooperación en Agricultura (IICA).
Con el abandono del Estado de los asuntos agrarios —propio del neoliberalismo—, la FAO ya no es el actor central en la revolución biotecnológica, la participación del Estado ha sido más bien marginal y en muchos casos se ha limitado a aprobar los paquetes tecnológicos de las empresas transnacionales de la biotecnología y a apoyarlas, incluso entregando el material genético desarrollado por las empresas públicas.
El Segundo Informe sobre el estado de los Recursos Fitogenéticos. El Segundo Informe parte de la premisa de que en el siglo XXI la agricultura mundial debe enfrentar algunos desafíos debido al crecimiento de la población: debe producir más alimentos, fibras y agroenergía. Esto se puede alcanzar reforzando el uso de los recursos fitogenéticos (RRFF), y para ello, señala el informe, es necesario desarrollar estrategias, políticas y leyes más eficaces, que incluyan legislación sobre semillas y propiedad intelectual, y mejorar la cooperación entre las partes interesadas en la conservación y utilización en todas las etapas de la cadena de semillas y alimentos, estableciendo vínculos más fuertes entre los fitomejoradores y quienes participan en los sistemas de semillas, así como entre el sector público y el privado,
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